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AGUA Y LUZ

Antecedentes...

Lo que había era que armarla. Una jaimitada, vamos, como suelo decir. Hace dos años lié al amigo Giorgio, para movernos con un par de sillas, monte y lajas arriba y después pared abajo, hasta que iniciásemos una nueva línea de rapeles, disfrutando de una peculiar terraza de verano como nadie había hecho hasta ese momento. Con unas panorámicas excepcionales desde una posición a la que nadie se había aventurado.

EL ASUNTO DEL CAUDAL ECOLÓGICO Y EL DESCENSO DE CAÑONES.

Sin lugar a dudas, el principal atractivo es el agua que da vida a esta cascada. Eso no lo vamos a discutir. Ni de coña me lo planteo. 

Que no me cabe duda que a este río seguramente le sobra alguna presa o que las cosas no se hicieron del todo bien en su momento. Que a día de hoy esto no se haría, al menos la última presa, eso me han dicho. Y es cierto, es una putada porque justo donde está la última mole de cemento del Xallas, ahí ya había un salto natural de agua. Y los kilowatios se lo cargaron en su día sin prejuicio alguno. 

La putada oiga, es que todos queremos preservar el medio natural de estas faltadas tan agravantes, igual que los molinos que nos joden el contorno de los montes, pero todos queremos una energía limpia que nos permita darle a la llave y que la bombilla de bajo consumo y ecológica, eso sí, se encienda a la primera. Que nos cagamos en la madre que parió a las empresas del sector si nos falla algo y enseguida reclamamos que los muy hijos de puta nos cobran al día y si no, nos cortan. Y es que eso también es cierto. Que sois unos vampiros. Que dan ganas de llenaros los embalses de agua bendita a ver si os queman las entrañas. Que jugáis con los precios y ahogáis al personal. Más o menos podría ser así... 

Pero hoy toca el río en sí. Esos ríos que durante el invierno si es lluvioso llevan agua y se desbordan y en verano van tan secos como la duquesa de Alba. Y eso mismo le sucedía al Xallas. Que en inviernos lluviosos se cargaba de líquido y en verano caía la que caía. 

 

Que sí, que lo repito, que el atractivo es el agua en la cascada pero que no la jodáis más, que os cargáis más cosas como el descenso de cañones. Que desde que empezamos a descenderlo cuatro aventurados, la familia fue creciendo. Y hasta nos visitan colegas de fuera. Como una pareja de franchutes que, guía en mano de "40 aventuras al final del camino", acababan de realizar la actividad cuando nosotros llegamos para desarrollarla una tarde  de verano del 2005. No pude evitar dirigirme a ellos, con cara de satisfacción y orgullo y preguntarles por el cañón. No es técnicamente difícil respondieron, pero es precioso. Es único.

Esa es la respuesta de unos barranquistas que vinieron desde otra frontera y es la misma que dan todos los que se visten con un neopreno, arnés y casco y descienden el río, bien por ellos mismos o por unos guías especializados. Y ahora ya no es lo mismo. Se acabó aquel parque acuático natural que por temperatura del agua solo se realiza durante unos meses. Ríos con vida es la asociación que pidió lo que se merece este paraje, pero creo que tampoco es plan cargarse una actividad como el descenso de cañones que, precisamente, nunca tanta vida le dio a estas aguas que desembocan en A Costa da Morte, por darle más líquido al espectáculo. Porque los salmones no creo que suban a desovar y las truchas tampoco paran mucho. Lo que abunda es esa especie nueva. El cenutrio barranquista, una raza en peligro de expansión.

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