top of page

EL MUNDO ERRANTE

Curioseaba en la historia del Cabo de Palos, debajo de su faro, sentando a caballo en un banco bañado por el sol de media tarde y un Mediterráneo sosegado. Leía la historia de Vicente Buigues, uno de esos héroes que merecen una placa en el mismo lugar donde cometieron su heroicidad. Estaba tan sumergido en el texto como un buque italiano de 1864 – El Sirio – lo está en el fondo del mar, intentando evitar caer en la idea que todos los capitanes italianos de barcos de pasajeros son unos cobardes. 
El Sirio, navegaba en 1906 frente al Cabo de Palos con destino a América del Sur.  A la altura de las Islas Hormigas el navío impacta con uno de sus bajos ya señalado en las rutas marítimas, dejándolo varado y una vía de agua. El capitán del barco y sus oficiales son los primeros en subirse a un bote salvavidas abandonando a los pasajeros y la tripulación a su suerte. En total murieron 240 almas, salvándose unas 580. Un siglo después un tal Schettino repetía un gesto parecido – pensé. Buigues, con sus apuros y valentías subió a bordo de su pailebote – “Joven Miguel” – a más de 250 pasajeros.

Mi banco era de piedra, rectangular de una pieza. Instalado en un paseo marítimo casi solitario en el mes de Marzo y por encima de una pequeña cala con vistas a una larga franja de edificios que se llama la Manga del Mar Menor, ese lugar donde la efusiva voz de Mayra Gómez Kemp anunciaba el piso en la década de los ochenta, como el premio más suculento del concurso “Un, dos, tres”. 
Mi cámara de fotos descansaba fuera de su funda, con el objetivo de 18-55 mm acoplado al cuerpo y el de 55-200 mm dispuesto para sustituirlo. Mi cara miraba hacia el faro mientras mis ojos seguían la lectura en el teléfono. Ventajas de la modernidad android que te permite consultar “in situ”.

..."Por su aspecto me pareció que pertenecían a ese mundo errante,

cuya mayor necesidad fuera del lujo era recorrer la tierra o un trozo de ella"...

Llegaron dos tipos, con bolsas de supermercado cargadas con comida y bebida. Antes del paseo hay un aparcamiento donde autocaravanas modernas y lujosas conviven con otras más viejas y destartaladas que todavía gastan rueda. Por su aspecto me pareció que pertenecían a ese mundo errante, cuya mayor necesidad fuera del lujo era recorrer la tierra o un trozo de ella. Tal vez ellos también hicieron su particular análisis de mi. Traían consigo dos sillas y dispusieron el banco a modo de mesa. Se sentaron uno frente al otro.

-Buenas tardes – nos dijimos.

De las bolsas salió comida precocinada: ensaladilla rusa, tortilla, pan bimbo, un blister de mortadela, una botella de refresco y útiles de plástico.

- Que aproveche! - exclamé.
- Gracias – respondieron.
- Tenéis sin duda una de las mejores terrazas de la zona y una buena vista – dije.
- Bueno, yo casi que me voy a cambiar que pudiendo verlo me pongo de espaldas al paisaje – dijo el de gafas.
- Claro que sí, mejor disfrutando del entorno – apunté.
- Desde luego y todo lo que pasa lo vivimos en directo, la verdad, mejor que viendo la tele, jejeje – rió.

Empezamos a contarnos la vida, de lo que fuimos a lo que somos. De donde venimos y hasta donde podemos llegar a ir si realmente lo pretendemos. Eran de Cuenca, me contaron. Marcos es el mayor y pasó por varios oficios y yo les conté que había empezado repartiendo periódicos en bicicleta y pasaba unos días por Murcia trabajando en otras historias muy diferentes. Diego y yo compartimos la afición por la escritura. Diego con la poesía y yo con relatos de no sé muy bien qué. Nuestros textos no pasan de publicarse en Internet a cambio de unas cuantas y benévolas lecturas que viene a ser lo mismo a un músico callejero la limosna que le dan. Me invitaron a cenar varias veces pero todavía era temprano para mí. Se dedican a las ferias medievales. A vestirse de época en un mundo moderno y vender productos artesanales, velas, jabones, etc.

"Empezamos a contarnos la vida, de lo que fuimos a lo que somos"...

Vicente Buigues, no solo salvó a náufragos, trajo un buen momento donde dos hermanos y un tipo que no se conocían se hicieron una foto porque el recuerdo lo merecía.

Dicen que nunca han subido a Galicia. Tal vez lo hagan, así que si pasan por alguna feria medieval y perciben un olor agradable es posible que venga del puesto de dos trotamundos que se hacen llamar Artesanía Los Grande, porque ese es su apellido.

bottom of page