Cuando fue a pagar la cuenta, descubrió que solo tenía un euro.
Instintivamente realizó un recorrido por toda su ropa, buscando hasta en los pliegues. 
Empezó a sentirse nerviosa ante una situación que sabía incómoda. 
Volvió por tercera vez a vaciar su bolso, a sacarlo todo y desordenadamente dejarlo encima de la mesa del restaurante, desde la barra de labios granate intenso hasta la agenda y el bolígrafo. 
Nada.
Se maldijo por su confianza, por darse cuenta que esa noche, entre sudores de amantes, no sólo le había robado los sentidos 

- Que cabrón! - Exclamó. 

Sandra dirigió su mirada al camarero que la observaba. 

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latintaenelaire. Vuelo de Santiago a Barcelona 04/02/2018