top of page

NOS STULTI ERUNT

El otro día me acompañaba un colega en coche, nos movíamos hacia la capital de Galicia. Conducía el que escribe, intentando ser prudente, de vez en cuando apurando la velocidad pero con un toque respetuoso y esas cosas. Se lo juro por el muñeco de Michelín. Como suelen transcurrir la mayoría de los viajes en compañía, despachábamos una conversación que cambiaba de tema como marchas tiene el vehículo. De vez en cuando busco los retrovisores por aquello de ir controlando los flancos y la retaguardia. Observo por el espejo del parabrisas que se acerca un bólido sin contemplaciones hasta aproximar el morro de su coche a mi trasero. Oliendo matrícula, vamos. Sigue pegado a mi, intimidando el recorrido, emulando el guión del viejo y sexista anuncio de colonia Brummel, donde un macho man guapetón impresionaba a una dama que quitaba el hipo en el espacio reducido de un ascensor y un eslogan que bien podría valer para esta situación: “En las distancias cortas es donde un hombre se la juega”.​

Yo, aquí, sobre esta escena mi frase publicitaría sería menos comercial y menos amiga: “otro gilipollas más que en la distancia corta me está tocando los cojones”.

 

..."Curva a un lado, curva a otro, amago de adelantamiento por parte del que me sigue mientras

mi diccionario de adjetivos descalificativos empieza a agotarse"...

 

Intento seguir la conversación con mi amigo al tiempo que instintivamente la mirada se me escapa hacia los tres retrovisores, a punto de caer en el descuido de ojear más hacia atrás que atender a todo lo que tengo delante, además hay que añadir que uno es hombre y, siguiendo el tópico, me veré en la poca capacidad para realizar dos cosas a la vez. Curva a un lado, curva a otro, amago de adelantamiento por parte del que me sigue mientras mi diccionario de adjetivos descalificativos empieza a agotarse. Toco freno, como suele hacerse en estos casos para comunicarme con el imbécil que me sigue, intentando que pueda existir la mínima posibilidad de que un energúmeno llegue a comprender otro lenguaje más evolucionado que el del Homo Australophitecus. O tal vez si.

 

Nada. Omnen eventum, que traducido del latín viene a ser “ningún resultado”. Entonces aparco la conversación para soltarle una pregunta a mi acompañante.

- ¿Oye, a ti te pasa lo mismo que viendo como se comporta el personal al volante lo extrapolas a su forma de ser ante la vida?

 

Su respuesta fue tan afirmativa como el concepto de chulería que muestran algunos conduciendo. Porque sí, tronco, cuando eres así en el asfalto no puedo esperar mucho más de tu cojera educativa ante algunas circunstancias. O quizá me equivoque pudiendo ser casi perfecto hasta que te subes al buga y te transformas en un espabilao de marras. Como el otro día en un cruce de mi leal, noble y tranquila villa donde un paisano soportaba el claxon y las voces de otro porque tuvo que achantar cinco segundos de espera por no haber transformado un stop en un ceda el paso.

"Su respuesta fue tan afirmativa como el concepto de chulería que muestran algunos al volante"...

 

Todo esto que les cuento de mi percepción se multiplica si vas en un vehículo de emergencias, así que si me permiten los sitúo. Parque de Bombeiros Costa da Morte, verano atlántico con una temperatura mediterránea que te hace sudar. Resulta que aquel día había sido movido, de un lado para otro atendiendo varias incidencias. En la primera nos plantamos ante una isleta que conecta con la carretera de A Coruña. Lucerío en nuestros camiones y el ninoninonino para ir avisando al personal de que llevamos prisa porque alguien nos necesita. Fila de coches que bajan en dirección a Cee. Cambiamos de sonido en la sirena a ver si alguien se da cuenta que deben dejarnos pasar. Desde la ventanilla el Bombero conductor hace aspavientos para llamar la atención. Nada. Ni uno solo se detiene. Pasan de nosotros sin aminorar la velocidad. La verdad es que, harto de la indiferencia del personal, me dan ganas de decirle a mi chófer que asome el morro con la mala idea de que se estampen allí mismo contra nosotros y si eso que  vengan otros a atendernos a todos.

 

..."Otra vez ahí estamos con el lucerío y el ninoninonino"...

 

Al anochecer suena de nuevo el teléfono y en dos minutos literalmente salimos pitando a un incendio en un tercer piso en Carnota. Pasando el casco urbano vemos a unos cien metros un cruce que permite incorporarse a nuestra vía. Otra vez ahí estamos con el lucerío y el ninoninonino. De pronto asoma un tipo que en vez de dejarnos pasar apura el acelerón y se nos mete delante. Frenazo por nuestra parte y agárrate a todo no vaya a ser porque los camiones pesan y les cuesta lo suyo aminorar. Al final, el capullo en cuestión, después de habernos metido en un aprieto tiene que apartarse para dejarnos pasar. Seguimos trayecto, el del coche deportivo vuelve a adelantarnos para que unos metros más adelante nos obligue a apurar de nuevo el freno y nos acordemos de su madre. Al fitipaldi no le queda otra que volver a apartarse. Desde la ventanilla le dedico una mirada y un pensamiento: Nos stulti erunt. Somos tontos y verdaderamente los hay muy tontos para todo.

bottom of page