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Rubén Suárez

NARANJO DE BULNES


Allá nos fuimos de nuevo, aupando a la cumbre a un amigo a finales de julio. Llegamos a un refu petado, donde al final había plazas como nos dijo uno de los guardas pero por no aguantar al otro casi que la tienda es como una especie de salvación o gran disculpa para no verle el careto a uno que es cualquier cosa menos relaciones públicas. Y, oiga, es que a lo mejor no tiene porqué serlo!!!

Después de comer fui detrás de Villareto para descolgarnos por la Oeste desde Tiros de la Torca. Este lugar siempre me fascinó, casi tanto como el anfiteatro que se forma entre la Norte y la Oeste. De picapedreros anduvimos...

Al día siguiente entramos en Urriellu por la Víctor. Me tocó abrir y abrí metiendo algún friend en el primer largo hasta la reunión conjunta con la Directa de los Martinez. A partir de ahí lo único que hice fue arrastrar dos cuerdas hasta el final. Así que ya sé que hago la vía en "sólo integral", que ir sin cuerdas digo yo que aún lo hará más fácil...

La cumbre como siempre, fantástica. La compañía inmejorable. La Virgen de las Nieves y la oración de un creyente que se arrodilla. El paisaje que nos rodea en su sitio. De momento no ha cambiado nada.

El descenso lo hicimos siguiendo la línea que Villar abrió con Higinio hace tropecientos años. La fuimos reequipando a golpe de taladro y parabolt. Queda una muy buena opción para salir de la montaña sin el riesgo de la caída de piedras por los rápeles de siempre. La idea gustó y la Federación, con el interés de un amigo y compañero de Villerato, Salvi, van a sustituir los bolt zincados por inox y con anilla. Así que perfecto.

Alex, nuestro nuevo en la cumbre, lo mandamos de vuelta a la Vega por la Canal de la Celada y el maestro Quijote y yo, el eterno Sancho Panza que lo sigue, bajamos a la Vega otra vez desde Tiros y por la pared Oeste. La niebla apareció, jugando a escondernos en el abismo, a nosotros mismos y ser parte de una escena que se describe con una imagen excepcional de escaladores que aparecen y desaparecen entre nubes.

En suelo firme y en el Bar "La Gallega", Ana nos trató como reyes. Sidra y queso, aroma y gusto. Vida.


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