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Foto del escritorRubén Suárez Carballo

UN TROCITO DE LA CIMA


Las cumbres pertenecen al cielo porque a partir del último punto es todo lo que tienen por encima. Limpias, sin nada más. Laicas, sin simbología religiosa de ningún tipo y que solo se identifiquen con la naturaleza. Pero a las cumbres, desde que surgieron, llegaron las deidades cuando el ser humano miró hacia ellas viéndolas tan imponentes como aterradoras, instalándose en la tradición popular. Sagradas como en el Himalaya, divinas y prohibidas en algunos casos, asentadas y elevadas en las profundas creencias de los pueblos que habitan sus valles y miran hacia Chomolugma, la diosa madre de la tierra.

Hasta los puntos más altos llegan y se quedan elementos que testimonian las primeras gestas que sobre ellas se llevaron a cabo, banderas de oración que recuerdan a los muertos y sueltan plegarias de fortuna al viento por los vivos que pretenden alcanzar sus cimas.

Da igual el lugar. El monte Fuji es sagrado y sobre sus laderas se han construido santuarios y los representativos Torii. En los Andes sobre sus laderas se ubicaron altares ceremoniales y en los picos más factibles y no tan fáciles hasta se ofrendaron sacrificios que se quedaron ahí hasta su descubrimiento.  En Alpes la cruz del Cervino, en la Negra la Dama Blanca, en los Pirineos la cruz del Aneto que ahí mismo le tocó sufrir un nacionalismo más grave que lo espiritual, y en otros tantos lugares donde los pioneros cargaron por puro sentimiento y respeto figuras que se convirtieron en parte de la montaña.

Hay quien no acepta la Virgen de las Nieves de Urriellu, la Virgen de Bulnes, y desde hace un tiempo se ve abocada a ser arrojada por los abismos del Picu. Hay sabia nueva que pretenden cambiar el tiempo y la historia de muchos años. Los mismos que piden libertad y seguro que respeto a otras culturas.

Yo soy de los que suben y besan "La Madre" porque ya estaba allí cuando llegué - independientemente de mi creencia religiosa, que la hay - la primera figura hasta que la hicieron desaparecer al igual que todas las que la fueron sustituyendo. El jueves 27 de agosto, sobre las siete de la tarde estaba en Tiros de la Torca, buscando alguna piedra con vestigios del pasado marino,  cuando una muy pulida llamó mi atención justo encima de los rápeles de la vía Sagitario. La cogí y enseguida la identifiqué como un trozo de la Virgen de las Nieves de la cumbre del Picu Urriellu. Di cuenta a Andrés del hallazgo y lo mismo en el refugio donde revisamos la roca que para nuestra sorpresa, no solo mostraba una parte de la talla sino que la propia caliza guardaba el secreto de dos fósiles.

Ahora está en otro buen lugar. Si visitan la aldea de Sotres entren en el Bar LA GALLEGA. Ana es todo sabiduría y encantada les contará todo lo que quieran saber de la montaña, tanto que casi podrán salir de allí diciendo que la han escalado con muchos de los personajes que desfilaron y desfilan por sus paredes verticales.

La madre de Ana nació en Roxos, en Santiago de Compostela. Llegó a la aldea de Sotres en Asturias y el corazón de los Picos de Europa, para casarse en 1968.

Allí reside ahora ese trocito que vivió en la cima del Naranjo del Bulnes, la montaña que de la mano de Andrés Villar me regaló unas cuantas aventuras que hace años jamás hubiese imaginado.


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