Mis veranos en Louro pasan por subir corriendo, casi todas la mañanas, hasta la cima, o las cimas, del monte que da nombre a esta parroquia del Concello de Muros.
Otras, cuando las piernas piden menos cuesta, sigo la carretera que comunica estas dos poblaciones, curveando la costa de un tramo de ría maravilloso. Los pinos y los eucaliptos despuntan en unos acantilados suaves, placenteros y repletos de pequeños rincones que embellecen esta franja. Es uno de los lugares que, ya desde muy pequeño, sentí como uno de los espacios que más me acercan a esa sensación de verano.
En coche, en apenas tres kilómetros descubro el placer de la conducción, con las ventanillas abiertas, saboreando el aroma a mar, a emocionarme con el sol estival mientras en la radio cd suena alguna de mis canciones favoritas. Recorriendo esa breve distancia que me lleva a encontrarme con la silueta de Monte Louro, siento una completa felicidad.
Salir a correr por este trayecto, donde se combina el trazado nuevo de la carretera con los tramos muertos reconvertidos en pequeñas áreas de descanso que te asoman a esta entrada atlántica, es otro placer supremo para los sentidos.
Una de esas mañanas me encontré a dos chicas con una perra y una bolsa en la que iban metiendo la basura que los seres más educados que tenemos en la sociedad van dejando por donde pasan. Lo de ver como tiran basura es de la cosas que menos tolero. Viendo eso se puede intuir mucho ya de una persona por no dejarle un adjetivo calificativo menos "lindo".
La perra se llama Trua y ellas son de Muros. Suelen hacer su paseo acompañadas de este gesto. Sin medallas ni reconocimientos porque no se trata de eso, ni tan siquiera llevan un valor que inculcar a los demás, o tal vez si, porque una es profesora y estoy seguro que lo traslada a sus alumnos, aunque después en casa puede que vean todo lo contrario y eso haga que tristemente prevalezca la mala educación.
Ya estamos en el otoño, caminando hacia el invierno y hoy quiero echar la vista atrás, buscando la radiante luz de los días alegres y de paisanas que valen la pena.
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