El alpinismo forma parte de la aventura y yo, más que un alpinista, me siento un aventurero que intenta recorrer diferentes caminos que signifiquen experimentar. Y eso es lo que muchos hacen, seguir sus inquietudes y pasear por la vida "viviendo", metidos de lleno en los paisajes
La aproximación hacia Vegabaño es larga y una de las más bonitas de Picos. La cara Sur de Peñasanta es un inmenso mundo de roca, tanto vertical como horizontal, y una de esas paredes que alberga algunas de las vías más clásicas e imprescindibles para la mochila de un escalador.
La pandemia nos encerró y la sed de espacio nos llevó a ponerla en el objetivo para el día de San Juan. Nuestra hoguera se encendía muy temprano para afrontar los seiscientos metros de vía que serpentea por un terreno de aventura muy evidente y de dificultad moderada para terminar, tal y como se indica en las reseñas, con una calidad de roca excepcional. A las 12:30, después de cinco horas y media, nos pusimos los cuatro de dos cordadas en la cumbre, sin tiempo para el disfrute y la prisa por salir de un punto elevado ante las previsiones de tormenta que anunciaban para esos días.
Al final, tuvimos suerte pero también la prudencia para que todo saliese bien.
Y, mirando hacia atrás el día que nos fuimos, a mí solo me estaba ocurriendo volver pero también disfrutando de todo lo posible cerca de casa, como descender el barranco del Xallas dentro de la tradición veraniega o entrar en el Olimpo Vertical nuevamente con Fran Lijó. Y así, recogimos un verano extraño, como es todo ahora.
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