UN PASEO VERTICAL
Salió un viaje inesperado. De los que no gustan ni apetecen pero que son tan propios como el hecho de vivir. Toño se fue. Siguió subiendo y se fue más allá de las montañas sin saber a ciencia cierta hasta donde o qué lugar. Cuestiones de fe. Sus amigos más cercanos le dedicaron comentarios en las redes sociales que sirven para todo. Bueno y malo, claro. En este caso un libro de pésame donde se plasmaron con escritura pensamientos como testimonio de su amistad: "Ya podemos andar tranquilos por Picos de Europa porque estará Toñu diciéndonos desde arriba que eso ya lo conoce él". "Ayer te marchaste a la cumbre más alta dejándonos infinitos y gratos recuerdos con un mensaje muy claro: se puede ser joven toda la vida".
Literalmente se trata de eso, de un paseo vertical. Asequible a cualquiera aunque es evidente no lo será tanto para quien tenga vértigo. Ni se planteará caminar hacia arriba hasta encontrarse con profundos abismos. Las vías ferratas son itinerarios deportivos por zonas de difícil acceso que se equipan con peldaños de hierro fijados en la roca, además de llevar una línea de cable paralela que garantiza la seguridad en caso de caída. No hace falta ser escalador para moverse por ellas. Solo saber disfrutar del vacío y la vertical. Se necesita un equipo mínimo: casco, arnés y cabos de anclaje con disipadora de energía. El resto una ropa cómoda y un calzado resistente con buena suela.
La Hermida es un pueblo que pertenece al concejo de Peñarrubia, en Cantabria. Está en la N-621, metido de lleno en el desfiladero del mismo nombre entre las poblaciones de Panes y Potes. Junto con el balneario y otras actividades de aventura como el barranquismo o la escalada, es sin duda, un enorme aliciente que invita a visitar este lugar y un motor económico.